miércoles, 17 de agosto de 2016

Prosperados

Algo comúnmente encontrado en la iglesia de hoy, es que existe un buen número de cristianos que han hecho un compromiso superficial con Dios. Es decir, han decidido seguir al Señor pero no completamente. El problema con esto esta, en que este tipo de compromiso, en la mayoría de las ocasiones, causa que dejemos de escuchar la voz de Dios, y dirección del Espíritu Santo. Y una vez que nuestra relación y compromiso con Dios es reducido a este nivel, no existe mucha diferencia entre el cristiano y los que viven en el mundo, ya que dejamos de ser personas destacadas y nos unimos al crisol. Así que el estudio bíblico de hoy será para descubrir lo que tenemos que hacer para establecer una relación más íntima con Dios, y un compromiso genuino con Él.
todo cristiano fiel debe, y tiene que hacer para fortalecer su compromiso con Dios, y el resultado que esta acción produce. Los eventos históricos que estaremos estudiando hoy se encuentran en el segundo libro de Crónicas, capítulo 14.
Este capítulo es bastante largo, así que debido a que el tiempo que compartimos es limitado, no se los estaré leyendo completo, sino que usare los versículos claves que servirán para demostrarles los pasos que todo cristiano debe seguir para fortalecer su fe, y establecer un compromiso genuino con Dios. Pero como siempre recomiendo, no dejen de leer el capitulo completo durante su tiempo de oración y meditación personal con Dios. 
2 Crónicas 14:1-7 - Durmió Abías con sus padres, y fue sepultado en la ciudad de David; y reinó en su lugar su hijo Asa, en cuyos días tuvo sosiego el país por diez años. 2E hizo Asa lo bueno y lo recto ante los ojos de Jehová su Dios. 3Porque quitó los altares del culto extraño, y los lugares altos; quebró las imágenes, y destruyó los símbolos de Asera; 4y mandó a Judá que buscase a Jehová el Dios de sus padres, y pusiese por obra la ley y sus mandamientos. 5Quitó asimismo de todas las ciudades de Judá los lugares altos y las imágenes; y estuvo el reino en paz bajo su reinado. 6Y edificó ciudades fortificadas en Judá, por cuanto había paz en la tierra, y no había guerra contra él en aquellos tiempos; porque Jehová le había dado paz. 7Dijo, por tanto, a Judá: Edifiquemos estas ciudades, y cerquémoslas de muros con torres, puertas y barras, ya que la tierra es nuestra; porque hemos buscado a Jehová nuestro Dios; le hemos buscado, y él nos ha dado paz por todas partes. Edificaron, pues, y fueron prosperados.
Para tener un mejor entendimiento del mensaje que Dios tiene para nosotros en el día de hoy, detengámonos aquí por un breve momento para conocer un poco mejor a este hombre llamado Asa. El rey Asa ascendió al trono de Judá después de la muerte de su padre Abías [1]. Y cuando él asumió el poder, en realidad Judá no estaba actuando correctamente ante los ojos de Dios, ya que el rey Abías condujo al pueblo lejos de la presencia de Dios, pero por consideración a su antepasado (David), Dios continuó bendiciendo a Jerusalén [2].
Lo próximo que debemos saber es que Asa fue uno de los ocho reyes que asumieron el trono de Judá, y que fue uno de los cinco reyes que Dios usó para producir un avivamiento. Ahora debemos preguntarnos, ¿Por qué uso Dios a Asa para producir un avivamiento? La respuesta a esta pregunta es fácilmente encontrada aquí cuando leemos: “…E hizo Asa lo bueno y lo recto ante los ojos de Jehová su Dios…” Manteniendo estos breves detalles en mente, continuemos ahora con la predicación de hoy para descubrir los pasos que debemos dar para recibir paz, prosperidad, y la victoria que Dios desea entregarnos.
Paso número uno. Aquí vemos que la palabra de Dios nos dice: “…Porque quitó los altares del culto extraño, y los lugares altos; quebró las imágenes, y destruyó los símbolos de Asera…” ¿Qué fue lo primero que este hombre hizo? Lo primero que hizo este hombre es lo primero que todo cristiano fiel debe, y tiene que hacer. Asa eliminó de su reino todo lo que desagradaba o deshonraba a Dios, y de aquí tenemos mucho que aprender. La razón por la que digo, esto es porque como dije al inicio, existen muchos cristianos que se han acostumbrado a una relación superficial con Dios. En otras palabras, existen muchos que no permiten ser guiados por el Espíritu Santo en todo momento, y demás esta decir que en toda ocasión esto causa que con frecuencia actuemos de manera que desagrada o deshonra a Dios. Y es por eso que digo que el primer paso que todo cristiano fiel tiene que dar es eliminar de su vida todas esas cosas que desagradan a Dios. Tenemos que eliminar tradiciones y opiniones que solo sirven para separarnos de Dios.
Pero les advierto desde ahora que actuar de esta manera producirá adversidad en nuestra vida. Digo esto porque actuar de esta manera significa que estaremos yendo en contra de la corriente, y aquellos que nos rodean nos criticaran, burlaran, y hasta se apartaran de nosotros. Yo estoy seguro que esto fue algo que el rey Asa experimento. Yo estoy seguro que existieron muchos (sacerdotes de Asera y sus seguidores) que se opusieron a lo que el rey hizo, pero no obstante la oposición, el rey se mantuvo fiel a Dios, y nada lo detuvo de actuar según la voluntad de Dios, y no las opiniones del pueblo.
La realidad es que cuando optamos por genuinamente seguir a Dios, inevitablemente heriremos los sentimientos de aquellos que nos rodean. No es que nosotros hagamos las cosas para intencionalmente herir a nadie, pero el mundo de hoy esta tan perdido que ven lo malo como bueno, y lo bueno como malo. Como he repetido en numerosas predicaciones, hoy en día es más aceptable hablar groserías que hablar de Dios. Pero si lo que tenemos que hacer hiere los sentimientos de otros, que así sea, ya que nosotros no debemos buscar agradar al hombre, sino que debemos y tenemos que agradar a Dios [3].
Existen muchos cristianos que tienen que dar el primer paso al igual que el rey Asa. Existen muchos cristianos que aún no han derrumbado todas las obras del enemigo de su vida. Obras que han sido plantadas en nuestra vida quizás desde temprana edad, que solo sirven para mantenernos alejados de la presencia de Dios. Cosas como los malos pensamientos, las pasiones desordenadas, la hipocresía, y todas las muchísimas otras cosas que quizás guardamos secretamente en nuestro corazón, que no edifican. Como he repetido en numerosas predicaciones durante el tiempo que llevo ministrando, tenemos que permitir que el Espíritu Santo nos transforme por completo [4]. Así que el primer paso que todo cristiano fiel debe dar es eliminar de nuestra vida todo aquello que desagrada a Dios, y no podemos dejarnos influenciar por las críticas y opiniones de otros. No podemos permitir bajo ninguna circunstancia que la opinión popular influencie de la manera que nos comportamos y actuamos. No podemos permitirle al diablo que interfiera en nuestra comunión con Dios.
Paso número dos. La palabra de Dios nos dice: “…y mandó a Judá que buscase a Jehová el Dios de sus padres, y pusiese por obra la ley y sus mandamientos...” ¿Qué fue lo que el rey hizo a continuación? El rey uso la autoridad que Dios le había concedido. Entre las cosas tan seria que confrontan a los creyentes en nuestro tiempo, yo me atrevo a decir que no usar la autoridad que Dios nos ha entregado tiene que ser uno de los problemas más serios que existe. Meditemos en eso que les acabo de decir para ver si tiene sentido. Para que entiendan bien voy a usar nuestra congregación como ejemplo.
Desde que abrimos las puertas de este ministerio, nosotros hemos recibido a más de setecientas personas; sin embargo nuestra congregación siempre ha consistido de un grupo pequeño. ¿Por qué creen que ha sucedido esto? La triste realidad es que esto ha sucedido porque muchos no han sabido usar la autoridad que Dios le ha entregado, sino han permitido que las obras externas sean quien guie su vida. ¿Por qué digo esto? Lo digo porque la excusa principal por la que muchos no han permanecido en la congregación, es porque dicen que necesitan más actividades. En otras palabras, han llegado a la iglesia buscando conveniencia y entretenimiento, en vez de en busca de la palabra de de Dios. ¿Por qué creen que existen tantos que han cometido este error?
La razón principal es porque buscar más de Dios NO tiene su inicio en la iglesia o congregación; buscar más de Dios NO tiene su inicio en las actividades o conveniencias que un lugar pueda ofrecer. Buscar más de Dios inicia en el lugar donde Dios nos ha entregado autoridad, y este lugar es nuestro hogar. Claro esta en que la congregación es el lugar donde nos reunimos para escuchar las predicaciones y estudios bíblicos presentados por los predicadores; pero buscar más de Dios inicia en el hogar y la familia. 
Fíjense bien lo que nos dice las escrituras aquí para que entiendan bien el punto que deseo hacerles. Aquí vemos que se nos dice: “…y mandó a Judá que buscase a Jehová el Dios de sus padres, y pusiese por obra la ley y sus mandamientos…” El rey Asa uso la autoridad que Dios le había entregado, y mando a que los ciudadanos del su reino buscasen más de Dios. Ahora pregunto: ¿quieres sentir la presencia de Dios? Si quieres sentir la presencia de Dios en tu vida, comienza a usar la autoridad que Dios te ha dado; comienza por instituir un tiempo de oración en tu hogar. Un tiempo cuando la familia completa se una para orar y bendecir a Dios.
¿Quieres sentir la presencia de Dios en todo momento? Entonces no permitas que nada te detenga de asistir a la congregación para entrar en comunión con tus hermanos y con Dios [4]. Dile a la persona que tienes a tu lado: usa la autoridad que Dios te ha dado.
Paso numero tres. Continuando con nuestro estudio bíblico leemos: “…Y edificó ciudades fortificadas en Judá, por cuanto había paz en la tierra, y no había guerra contra él en aquellos tiempos; porque Jehová le había dado paz...” ¿Cuál fue el tercer paso que el rey Asa dio? El tercer paso que el rey dio fue que edifico su defensa, mientras se gozaban de la paz que Dios les había entregado, y esto es algo que todos debemos hacer. ¿Qué les quiero decir con esto? Lo que les estoy diciendo es que no podemos simplemente esperar a que lleguen las batallas a nuestra vida, sino que tenemos que hacer como el rey Asa, tenemos que prepararnos para cuando lleguen.
Desdichadamente existen muchos que no se preparan. Existen muchos que se ha acomodado en su fe de tal manera, que han dejado caer su guardia, y por consecuencia, cuando llegan las tentaciones y dificultades son fácilmente derrotados. ¿Por qué sucede esto? Esto sucede porque la comodidad produce que dejemos de orar, o que no oremos con toda nuestra fe. La comodidad en la fe es la que produce que dejemos de congregarnos, o que solo nos congreguemos cuando nos conviene o nos alcanza el tiempo. Y como les dije recientemente, un cristiano aislado de su congregación es presa fácil para el enemigo.
Algo que he repetido en numerosas predicaciones, y no me canso de repetir es que Satanás es muy astuto en sus tácticas, y él usara todo instrumento, personas, y ocasión para tratar de separarnos de la presencia de Dios. El diablo usa y usara tentaciones, malos deseos, el orgullo, la vanidad, y numerosos otros pensamientos y sentimientos para tratar de sembrar duda, rebeldía, miedo, y desanimo en nuestra mente. Y es exactamente que les digo que como cristianos fieles tenemos que prepararnos para la batalla. Permítanme explicar esto de otra manera para que entiendan bien lo que les digo.
Un atleta olímpico no se prepara para la competencia el día antes del evento; para ganar una medalla de oro en las olimpiadas, el atleta tiene que entrenarse meses, sino años. De igual manera, un universitario que desea sacar buenas notas no estudia solamente el día antes de un examen, el universitario estudia por días, sino semanas para salir sobresaliente en la asignatura. Y al igual que estos dos simples ejemplos que les cite, los cristianos tenemos que estar preparados, en condición, y con la sabiduría que la palabra de Dios produce para poder vencer los ataques del enemigo en todo momento. Dile a la persona que tienes a tu lado: preparémonos ahora.
El resultado que estos tres pasos producen. Continuando con la predicación de hoy encontramos que se nos dice: “…Dijo, por tanto, a Judá: Edifiquemos estas ciudades, y cerquémoslas de muros con torres, puertas y barras, ya que la tierra es nuestra; porque hemos buscado a Jehová nuestro Dios; le hemos buscado, y él nos ha dado paz por todas partes. Edificaron, pues, y fueron prosperados.” ¿Cuál fue el resultado final que las acciones y determinaciones tomadas por el rey produjeron? El resultado final fue gozar de la paz y prosperidad que Dios les había entregado. Ahora deseo detenerme aquí por un breve momento para aclarar algo. Cuando se habla de la prosperidad, lo primero que llega a la mente de muchas personas, son las posesiones materiales y el dinero, y esto no debía ser así [6]. La realidad es que la prosperidad que Dios nos ofrece es mucho superior a cualquier cosa material.
Fíjense bien en algo; cuando buscamos la definición de la palabra “prosperidad” en el diccionario, encontramos que su definición es: “1. Curso favorable de las cosas. 2. Buena suerte o éxito en lo que se emprende, sucede u ocurre [7].” Como podemos apreciar, por definición, la prosperidad que Dios nos ofrece es el curso favorable que toma nuestra vida cuando genuinamente nos entregamos a Él. La prosperidad que Dios nos ofrece son las bendiciones que borran la tristeza, borran el dolor, la angustia, y las preocupaciones [8].
Una gran realidad es que todos nosotros nos podemos considerar bendecidos debido a nuestras posesiones materiales, pero nada de eso es duradero. Así que no confundas la prosperidad de Dios con el dinero o posesiones, sino mira a tu alrededor y dale gracias a Dios por el curso que ha tomado tu vida; dale gracias a Dios por el curso que ha tomado tu familia; dale gracias a Dios por el éxito que has tenido o estas teniendo en vencer todas esas cosas que una vez te separaban de Su presencia. Dile a la persona que tienes a tu lado: prospera en Dios.
Para concluir. En estos acontecimientos históricos hemos visto los tres pasos que todos debemos seguir para restablecer o fortalecer nuestra relación con Dios, y el resultado final que nuestro esfuerzo obtendrá.
• Número uno; eliminar de nuestra vida todo aquellos que desagrada a Dios.
• Número dos; usar la autoridad de Dios nos entrego, y buscar Su presencia.
• Número tres; edificar sobre la palabra de Dios; no podemos ignorar la voz del Espíritu Santo quien nos da convicción.

Nunca nos olvidemos que todos los que estamos aquí, tanto jóvenes como adultos, somos responsables de mantenernos dentro de la voluntad de Dios. Dios no te fuerza, pero si lo demanda. ¿Qué sucede cuando seguimos el ejemplo del rey Asa? El resultado de nuestras acciones producirá que recibamos la paz y prosperidad de Dios. Edifiquemos pues en Dios, y seremos prosperados.

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