domingo, 11 de septiembre de 2016

Fe

El Dios todopoderoso es su Padre. El Rey de reyes y Señor de señores es su Hermano de sangre. Usted es coheredero junto con Jesús. Todo lo que Él tiene y todas las victorias que ha ganado, también le pertenecen a usted. Lo ha redimido de la maldición y le ha dado LA BENDICIÓN. ¡A través de Él, usted está conectado a todo lo que necesita para disfrutar del éxito, la satisfacción y la abundancia, en cualquier área de la vida! Algunas veces como creyentes, olvidamos lo maravilloso  que es disfrutar de todos esos beneficios. Olvidamos cómo era  la vida antes que tuviéramos esa conexión. No me avergüenza decir que para Kenneth y para mí, nuestra vida era un desastre. Ninguno de los dos había nacido de nuevo cuando nos  casamos, así que de inmediato comenzamos a cometer errores. La mayoría de ellos fueron errores financieros, y  de forma rápida nos encontrábamos involucrados en una situación desesperante. No teníamos nada de dinero, vivíamos en una casa rentada sin muebles, sin refrigerador y sin estufa. Y vivíamos endeudados. Kenneth obtuvo un nuevo empleo y esperábamos comprar lo que nos hacía falta con el dinero que iba a ganar. Sin embargo, no fue mucho lo que ganó. Por meses, todo lo que tuvimos fue un catre que rentábamos, una caja de cartón que estaba en el garaje, la cual usábamos para mantener los alimentos frescos (gracias a Dios, era otoño); y una pequeña mesa que Kenneth había hecho en su clase de taller, cuando estaba en la secundaria.


No tenía la más mínima idea de cómo íbamos a salir de esa situación, pues todo se veía sin esperanza. Pero un día, mientras andaba alrededor de la casa buscando algo qué hacer, encontré la Biblia que la madre de Kenneth le había regalado para su cumpleaños. Al abrirla leí lo que había escrito en frente: Precioso Kenneth: 

«Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas»  (Mateo 6:33). «Nunca antes había leído ese versículo, pero  pensé que eran muy buenas noticias. ¡Necesitaba muchas cosas! Dispuesta a encontrar más, busqué en la Biblia Mateo 6, y empecé a leerlo. Cuando llegué al versículo en donde manifiesta que Dios cuida de las aves al punto que las alimenta, recibí una revelación».


Si Dios cuida de las aves, ¡Él cuida de mí! Ese pequeño rayo de luz espiritual, fue suficiente para  convencerme de entregarle mi corazón a Jesús. Entonces  oré y le pedí: “Señor, toma mi vida y haz algo con ella”.  Y con esa oración tan sencilla, fue como nací de nuevo aunque no sabía nada acerca del nuevo nacimiento, ni entendía lo que había hecho.

La fe abre la puerta

Poco tiempo después, Kenneth también nació de nuevo.  Las cosas empezaron a cambiar de inmediato, iniciamos a aprender lo que la Biblia enseña, fuimos bautizados en el Espíritu Santo y comenzamos a seguir Sus instrucciones.

Kenneth se dio cuenta que había sido llamado para predicar. ¡Incluso nos mudamos a un apartamento amueblado! Sin embargo, ya que todavía no conocíamos nada acerca de la fe, no teníamos ni idea de cómo salir del agujero financiero donde nos encontrábamos. Así que las cuentas por pagar se seguían acumulando.

Luego, Dios le habló a Kenneth para que se inscribiera en Oral Roberts University.


Aunque Kenneth quería obedecer al Señor, no comprendía cómo funcionarían las cosas. Tenía 30 años de edad, una familia que sostener, un monto asombroso  de deudas, y nada de dinero en el banco. ¿Cómo lograría mudarse a Tulsa y convertirse en un estudiante? Kenneth me dijo: “¡Gloria, si hacemos eso, moriremos de hambre!”.

Y yo le contesté: “¡Ya estamos pasando hambre, es mejor  que pasemos hambre bajo la voluntad de Dios, que fuera de ella!” (Eso fue brillante, ¿no cree?).

Tal vez las palabras que dije en ese momento fueron las más acertadas, pero no me di cuenta de lo siguiente: No moriríamos de hambre si ejercíamos nuestra fe y le obedecíamos a Dios, pues la fe es el medio que nos conecta con Sus bendiciones. La fe es el puente que existe entre lo natural y lo sobre natural.
La fe —la cual simplemente trata de reconocer lo que Dios ordena, estar de acuerdo con ello y poner por obra lo que Él nos pide que realicemos— le abre la puerta a Dios y le da la bienvenida a nuestra vida.

En el Antiguo Testamento, Dios les explicó este tema a los israelitas de la siguiente forma: «Si obedeces al SEÑOR tu Dios en todo y cumples cuidadosamente sus mandatos que te entrego hoy… recibirás las… bendiciones» 

(Deuteronomio 28:1-2, NTV).


¿Por qué desea Dios que le obedezcamos? ¿Será porque Él es una persona difícil de sobrellevar, y siempre desea hacer todo a Su manera?
No, ésa es la manera en que Él obra. Es la forma que utiliza para conectarnos con la vida y la bendición, mientras que la desobediencia nos conecta con la muerte y la maldición. Sin embargo, aun así, Él nunca nos forzará a llevar a cabo lo que Él nos ordena. Dios nos permite tomar la decisión. Nos dice lo mismo que les expresó a los israelitas: «Hoy te he dado a elegir entre la vida y la muerte, entre bendiciones y maldiciones. ¡Ay, si eligieras la vida, para que tú y tus descendientes puedan vivir!» (Deuteronomio 30:19, NTV).Quizá yo no sea la persona más lista sobre la tierra, pero la biblia nos enseña desde Génesis hasta Apocalipsis que el plan de Dios  es, y ha sido, bendecir a Su pueblo  de todas las formas posibles. Por  esa razón, en el Huerto del Edén,  Dios proveyó a Adán y Eva todo lo bueno y nada malo. Tenían  bastante comida, un clima perfecto y oro en abundancia. ¡Ellos eran  BENDECIDOS! Por supuesto, echaron a perder  rápidamente todo lo bueno que se  les había otorgado. Al desconectarse  de LA BENDICIÓN por medio de la  desobediencia, trajeron la maldición a  todo ser humano. Pero Dios se rehusó  a dejar las cosas de esa manera. 

Envió a Jesús para redimirnos de la maldición y restaurar LA  BENDICIÓN (Gálatas 3:13-14). Nos  envió un Salvador, para que todos  podamos vivir en la plenitud de las  escrituras como en Salmos 91:16, en donde Dios manifiesta: «Lo saciaré  de larga vida, y le mostraré mi  salvación». ¡Satisfechos en cada área de la  vida! Así es cómo Dios anhela que estemos. Sin embargo, su conexión con  esa satisfacción es la fe. Sin fe, algunas  cosas le saldrán bien, no obstante,  siempre habrá problemas que usted  no sabrá cómo solucionar. Cosas malas sucederán y usted no sabrá cómo  enfrentarlas. No tendrá la respuesta a esos problemas. No me mal interprete. No estoy diciendo que cuando usted está  conectado no sucederán cosas malas. Algunas veces le pasarán cosas malas.  Pero cuando éstas sucedan, usted  tendrá la solución para ellas. Podrá  cambiarlas con la Palabra de Dios. No rompa la conexión.

Por ejemplo, si usted  pierde un empleo, así como muchos  lo han perdido en los últimos días, puede creerle a Dios para que le provea otro. También puede acudir a Salmos 34:10, y declarar: Señor, de acuerdo a Tu Palabra, los que confían en Ti no tendrán falta de ningún bien. ¡Un trabajo es algo bueno! Así que no me voy a preocupar por esto, pues sé que tienes el mejor trabajo para mí; y te pido que me lo muestres. Ahora, creo que recibo el empleo perfecto, en el Nombre de Jesús.

En realidad, usted puede conquistar cualquier desafío que se le presente en la vida, acudiendo a la Palabra, y obtendrá la respuesta a su problema. Si usted cree, con­fiesa, y pone en práctica la respuesta, podrá mantenerse caminando hacia el frente con Dios, escuchándolo y siendo guiado por el Espíritu, hasta que usted necesite cruzar el puente de su fe, el reino sobrenatural al natural, y se manifi­este en su vida. Quizá alguien exprese: “Pero he llenado docenas de aplicaciones para un empleo; y nadie quiere contratarme, he estado sin trabajo durante meses.  Temo que nunca voy encontrar otro”.

Bueno, en eso radica su problema. Sus palabras están rompiendo la conexión de su BENDICIÓN. Está confesando temor, en lugar de confesar fe. Está confesando maldición en vez de BENDICIÓN.
En Marcos 11:23, Jesús enseña: «Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho».

Note que ese versículo no menciona a su pastor, a su mamá o alguien más. No dice que usted obtendrá lo que ellos pidieron para usted. Éste versículo nos enseña que usted ¡obtendrá cualquier cosa que haya confesado!


Ésa es una de las primeras cosas que Kenneth y yo aprendimos del hermano Hagin, el año que vivimos en Tulsa. Él nos enseñó lo siguiente: “Si no está satisfecho con lo que tiene, cambie lo que está diciendo”. Y lo hicimos. Cambiamos nuestras palabras, y eso cambió nuestra vida. 
Por esa razón, somos tan bendecidos como lo estamos ahora.


Por supuesto, para que alineáramos de nuevo nuestras palabras, también tuvimos que alinear nuestro corazón y nuestros pensamientos. Por esa razón la Biblia nos enseña: «…Porque de la abundancia del corazón habla la boca» (Mateo 12:34). Entonces  tomé la decisión de volver a invertir tiempo en la Palabra de Dios todos los días. Me di cuenta que debía poner la Palabra frente a mis ojos y en mis oídos, a fin de mantener fortalecida mi fe. También tuve que ponerla en primer lugar en mi vida y obedecerla, si quería vivir en victoria. Y usted puede actuar de la misma manera. Pues la fe viene por escuchar la Palabra, así que lo mejor que usted puede hacer, es tomar tiempo para leer su Biblia, y orar todos los días. Si es necesario, levántese más temprano, podrá estar bien sin dormir, pero no podrá estar bien sin fe.


Uno de nuestros queridos amigos del ministerio, el hermano R. W. Schambach, años atrás solía decir lo siguiente: “Usted en realidad no tiene ningún problema. ¡Lo único que necesita es fe!”.

Esa siempre ha sido una verdad para nuestra vida. Entonces recuérdesela a sí mismo de forma consistente. Siempre que vea las noticias en la televisión, recuerde que no tiene que ser movido por los reportajes negativos. No debe preocuparse por la recesión, la depresión, la inflación o cualquier otra cosa. No se preocupe por lo que está sucediendo en Wall Street. Esas cosas no pueden superar LA BENDICIÓN que está en su vida. No pueden derrotarlo mientras usted crea, con­fiese y lleve a cabo lo que Dios le pidió que realice.

A través de Jesús, usted ha sido redimido de la maldición (que incluye cualquier cosa mala que usted pueda imaginarse), entonces no importa lo que suceda en este  desequilibrado mundo, usted puede ser próspero. Puede estar en el lugar correcto, a la hora correcta y con las personas correctas. Usted tiene amigos en puestos de mucha importancia. Pues ¡Usted está conectado!.

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