viernes, 24 de marzo de 2017

Mamá!!!

Como todas las mañanas desde hace ya 6 años, me despertó mi madre esta mañana para ir a la escuela, había pasado mala noche, con pesadillas sobre monstruos y me costaba trabajo levantarme.
 A los diez minutos mi madre volvió a despertarme esta vez con mas ternura, se estaba haciendo tarde, me levanté rápidamente, apenas si me lavé la cara, me comí el desayuno en un abrir y cerrar de ojos, y ahí estaba mi mamá diciéndome que coma mas despacio, que te vas a ahogar.

Con las prisas del momento le contesté de mal modo:
– Si ya lo sé, no empieces a regañarme!
Tuve que soportar las preguntas de rigor: ¿Llevas el almuerzo? ¿Te cepillaste los dientes? ¿Tienes listos los libros? y yo aún mas impaciente le contestaba levantando la voz
– ¡Que te dije que si!
Ella sonrió suavemente y me dijo:
– Anda, dale un beso a mama y ve con cuidado a la escuela.

Alcé los hombros con fastidio y le dije medio enfadado:
– ¡Mama! que ya es tarde no tengo tiempo para eso.
– Está bien hijo, ve deprisa, que Dios te proteja.
Aún retumban mis propias palabras en mi oído: “no tengo tiempo para eso”. Con las prisas y el enfado me pasó por alto un leve destello de tristeza en su mirada, mientras iba corriendo hacia la escuela, estuve a punto de regresarme y darle un beso a mi mamá, sentía un nudo en el corazón, pero mis compañeros comenzaron a llamarme y fui hacia ellos ¿Con que excusa regresaría?¿Que iba a darle un beso a mi mamá?, se hubiesen reído de mí.
De todas formas al regresar a casa después de las clases , vería a mi mamá en la puerta de mi casa esperándome como siempre, temerosa de que me suceda algo, impaciente si tardo unos minutos, ya que me he entretenido con mis amigos.

El día se me pasó volando en la escuela, entre clase y clase, juegos y almuerzo, y se me había olvidado el incidente de la mañana, sin embargo esta vez, apenas sonó el timbre salí corriendo a mi casa sin entretenerme, desde la esquina esperaba divisar la figura de mi madre en la puerta, pero
no había nadie esta vez. supuse que estaría adentro entretenida con algo, pero extrañé de momento su presencia tan segura.
Antes de tocar el timbre, salió a la puerta mi padre, ¿pero era mi padre?, aquel hombre era mucho mayor de lo que siempre me había parecido, los hombros caídos, los ojos hinchados y un profundo halo de tristeza lo rodeaba, mi corazón empezó a latir alocadamente presintiendo algo, apenas me salió la voz para decir: ¿Que pasa papá? ¿Mamá está bien? y en un suspiro me contesto:
– Tu mamá sufrió un ataque al corazón esta mañana, su muerte fue instantánea, nadie se entero, hasta que vinieron a visitarla y la encontraron ahí tendida en el pasillo, fue muy rápido hijo, se fue nuestro ángel… Un sollozo salió de su garganta y no pudo seguir hablando.
¿Mi mamá? ¡Maaaammmmaaaaaaaaaaaa! Dios perdóname, dile que me perdone, aún soy un niño pretendiendo ser un hombre, dile por favor que ella es lo que mas quiero en esta vida, y que prometo valorar a las personas que comparten conmigo mi existencia, no malhumorarme con ellas sin ningún motivo y que les daré mil besos, día a día, por todos los que no pude darle a ella. Cuídala por mí, mi Dios, que cuando me toque la hora de partir de este mundo venga a mi pecho y me arrope como siempre lo hizo.
Disfruten a sus madres todos los días de su existencia, nunca sabremos hasta cuando tendremos la dicha de su presencia mortal. Y si ya no está con nosotros, no te preocupes, una mamá es muy necia y nunca te dejará solo, porque te quiere muchisimo!

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