viernes, 15 de diciembre de 2017

Palabras

Hay un reino dentro de nosotros que puede sufrir división debido a nuestra boca
Hemos estado aprendiendo a usar bien la boca, a no dividir el Reino, Jesús habló que podía existir división en una casa, en una ciudad y en un reino debido a la forma en la que la gente habla, vimos también que la gente que puede llegar a blasfemar al Espíritu Santo es aquella que siempre está hablando mal de alguien más.
En nuestra boca Dios nos ha dejado mucho poder y el poder del cambio también está en nuestra boca, si aprendemos a hablar veremos grandes cambios. Dios creó con su boca, él dijo “hágase la luz” y la luz se hizo; y después dice que Dios vio que era bueno. Quiere decir que nosotros debemos ver las cosas producidas por nuestra boca y poder decir “está bueno” y no cosas producidas por nuestra boca y decir “está mal”.
Hay un reino dentro de nosotros que puede sufrir división debido a nuestra boca porque con el corazón creemos para justicia y con la boca confesamos para salvación, hay que usar el corazón y la boca para un mismo objetivo, que lo que el corazón cree, la boca lo hable. Les pedí que no hablaran de la enfermedad que tienen, porque si alguien está enfermo, está enfermo, no se puede negar la enfermedad, no deben hablar de la enfermedad sino hay que aprender a hablar en medio de ella, en medio del dolor deben confesar que confían en Dios, en que su hijo fue crucificado en la Cruz del Calvario, derramó su sangre por ustedes y que por su herida son sanos.
Hemos estado como relacionando o inspirando nuestra fe por las cosas que pasan, yo no les pido que no hablen de la crisis, más bien, voy a enseñarles a cómo enfrentarla y a cómo hablar en medio de ella. Sí hay crisis, no es la primera, no es la última, habrá crisis siempre que la humanidad vaya evolucionando, no se asusten, de todas las crisis Dios nos ha librado, vemos en la Palabra a Gedeón, a Abraham, a Noé a todos los hombres en los que en él confiaron los libró. Cuando llegaron diez plagas a Egipto Dios protegió a su pueblo ¿Cuál es el problema? Somos hijos de Dios, nuestro socorro viene de lo alto, no hemos visto justo desamparado ni su simiente que mendigue el pan, él nos sostendrá, nos proveerá conforme su justicia, su nombre es Jehová Jireh. Puedo pasar la mañana entera hablando de este tema, aprenda a hablar en medio de lo que pasa.
¿Su hijo se fue de casa? ¿Su hija se fue a vivir con un joven? A pesar de eso usted no puede empezar a maldecir y a hablar mal, no le digo que no le dé la cara a la realidad, debe hacerlo, pero con fe, no puede hacerlo sin fe, debe levantarse en la mañana, encerrarse en su cuarto, levantar las manos y confesar la Palabra de Dios para su familia, decir: “Señor te entregamos nuestro corazón, somos tus hijos, redimidos por la sangre del cordero, coherederos con Cristo, no hay cosa que pase que no obre a bien a los escogidos tuyos, a los que aman tu nombre, a los que te buscan de día y de noche, levanto mis manos y declaro que mis hijos son benditos donde quiera que vayan, sus ojos serán abiertos, las tinieblas se van a disipar, los tendré en la puerta de mi casa, vendrán a mis brazos, los voy a abrazar porque son hijos tuyos”. Debes aprender a hablar.
Las crisis traen balance a la humanidad, la hacen reflexionar, pensar, buscar maneras de salir adelante, la hacen recapacitar en lo malo que han hecho, la hacen administrar mejor los bienes que tienen en sus manos, traen un balance. Dios nos va a prosperar, pero debemos aprender a hablar.
Salmo 116:10 Creí; por tanto hablé, estando afligido en gran manera.
En este versículo hay un contraste, este hombre no estaba hablando de su aflicción sino de lo que creía que Dios iba a hacer en medio de ella, “Estando angustiado le creí a Dios y hablé lo que creí”. Tienes que alinear tu boca a tu corazón. Con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación, eso no es sólo se refiere a la salvación de vida eterna, sino en general. Quien te salva es el Señor pero lo que te salva es tu boca.
1 Pedro 3:10 Porque: El que quiere amar la vida y ver días buenos, refrene su lengua de mal, y sus labios no hablen engaño.
Los días buenos, felices y dichosos están en poder de tu lengua, tu boca, tus palabras, tus confesiones, tus declaraciones, lo que te salva, lo que te promueve, lo que te abre camino, es tu boca, si Dios usó la boca para crear lo que hoy vemos, debemos usarla nosotros también, desde el Génesis nos dejó el secreto de cómo hacerlo, cuando él quiso hacer algo bueno habló, cuando quiso salvar a la humanidad encarnó al Verbo, Jesucristo, la Palabra, a nosotros nos gusta oír palabra, conferencias, cuando lo que debe gustarnos más hablar la palabra.
1 Pedro 3:11-13 Apártese del mal, y haga el bien; busque la paz, y sígala. Porque los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos atentos a sus oraciones; pero el rostro del Señor está contra aquellos que hacen el mal. ¿Y quién es aquel que os podrá hacer daño, si vosotros seguís el bien?
Está en el contexto de saber hablar, Pedro pregunta ¿Quién les podrá hacer daño si hablan bien?, ¿habrá crisis, enfermedad, presiones que nos hagan daño si hablamos bien? Si aprendes a hablar bien, nadie podrá hacerte daño, te lo demuestro, ¿Qué pasa cuando alguien te hiere o lastima? tenemos que limitarnos a lo que es pecado y lo que no, más de lo que nos ofende o no, si usted es una persona que no se le puede tocar, la gente no tiene la culpa que usted sea sensible, delicado y que todo le ofenda, eso le pasa por ser almático, sentimental; definir lo que es o no ofensa es muy subjetivo, ustedes eran menos sentidos cuando no conocían al Señor porque ahora usan la palabra para medir a los otros y no para transformar sus vida.
Nosotros si queremos ver días buenos, dichosos, alegres, refrenemos nuestra boca del mal y no hablemos engaño, si haces el bien nadie podrá hacerte daño, no pueden hacerte daño si tu bendices a la gente, Jesús dijo: “Bendice a los que te maldicen”, para cuidar tu corazón te dice qué hacer con tu boca, cuando a Jesús lo maldecían jamás respondió con venganza sino que remitía la causa a quien juzgaba justamente. Hay que bendecir al que te maldice, orar por los que te persiguen, por los que levantan falso testimonio, lo que está protegiendo a tu alma es tu boca, si tú no devuelves mal por mal vas por buen camino.
Santiago 3:1-6 Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación. Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, éste es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo. He aquí nosotros ponemos freno en la boca de los caballos para que nos obedezcan, y dirigimos así todo su cuerpo. Mirad también las naves; aunque tan grandes, y llevadas de impetuosos vientos, son gobernadas con un muy pequeño timón por donde el que las gobierna quiere. Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego! Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno.
Si el infierno quiere dañar la creación lo único que debe encontrar es una lengua, porque con esa lengua somos capaces de inflamar todo, otra versión dice “inflama el curso de nuestra vida desde el nacimiento”.
Santiago 3:7-8 Porque toda naturaleza de bestias, y de aves, y de serpientes, y de seres del mar, se doma y ha sido domada por la naturaleza humana; pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal.
Cuando decimos que la lengua contamina todo el cuerpo, los científicos dicen que tenemos varios centros cerebrales que controlan diferentes partes de nuestro cuerpo, pero que el centro cerebral del habla controla el resto de los centros cerebrales, uno se siente como uno habla, uno termina haciendo lo que uno dice, pasan cosas que uno confesó; la lengua es más importante de lo que creemos. Cuando yo estaba meditando en esta Escritura el Señor me llevó a Génesis y me enseñó que él usó la boca para crear todo y dijo que todo era bueno, entonces me dijo: “haz lo mismo”. Tienes que crear tu ambiente, destino, futuro con tu boca, y cuando estés allí y lo mires digas “Está bueno, yo lo dije”
Una persona se me acercó y me dijo que veía mis programas de Noches de Gloria, me preguntó si no creía que me estaba dando la gloria a mí mismo porque cuando un milagro se daba yo hacía un show y decía “yo lo dije”. Le dije que si me veía reaccionar y emocionarme no era fingido, que cuando veía un milagro le daba gloria a Dios al expresar mi asombro de lo que estaba viendo. Normalmente yo estoy orando en mi habitación y estoy recibiendo de parte de Dios lo que creo que van a pasar, cuando ocurre el milagro yo digo “yo lo dije” eso no es mentira, yo lo dije, yo comprendo el poder de las palabras, lo dije como algo profético y así pasa, eso no es darme gloria a mí mismo, eso es retroalimentar mi seguridad de que Dios fue el que me lo dijo y me lo mostró. ¿O a caso no se cumplió lo que el profeta Elías dijo que sólo por su palabra iba a llover? Los profetas, los ministros, los líderes de células deben ser personas seguras que están llamadas por Dios, debemos pararnos seguros y declarar: “Lo que te voy a decir va a pasar”. Suena jactancioso, pero este mundo está llena de gente insegura cuando habla y los que hablamos más seguros sonamos como lo que no somos, no es orgullo, ni arrogancia, ni prepotencia, es confianza en Dios, “creí, por lo tanto hablé”.
Todo puede ser controlado, tu cuerpo por lo que hablas, puedes generarle paz o estrés a tu cuerpo por lo que hablas, a veces el estrés no es por lo que estás haciendo sino por lo que estás diciendo, nadie puede domar la lengua, si no podemos domarla, no hay más que hacer, bonita palabra pero hasta allí llegamos, lo que se doma es el corazón, porque de la abundancia del corazón habla la boca.
Hay algo que controla la boca y es el corazón y ese sí puede ser renovado, cuando dejas el orgullo, orgullo deja de salir de la boca, cuando dejas la arrogancia, la falsa de humildad, la vulgaridad, el rencor, cuando te llenas de amor, empatía, sabiduría, de prudencia sale de tu boca, la boca no será domada, sí el corazón. Cuando metes nobleza a tu corazón eso saldrá de tus labios, cuando metes alegría, gozo, paz, eso saldrá de tus labios, la boca no se puede domar, es más fácil domar una boa, una cobra, un león, un tigre que la misma boca, pero sí podemos renovar el corazón que es la fuente de donde salen las palabras.

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